La palabra segundón, según la Real Academia Española, es el hijo segundo de la casa, el que no es primogénito. También señala, con cierta connotación despectiva, que es quien ocupa el segundo lugar frente a quien lo precede en un puesto de mayor categoría. A lo largo de la historia, hasta bien entrado el siglo XIX, los segundones eran los hermanos menores que, en las familias nobles, quedaban al amparo del primogénito porque era él quien recibía toda la herencia familiar. Era lo que se llamaba mayorazgo y estaba instituido para evitar que el linaje perdiera poder con el fraccionamiento de la herencia. Ese primogénito había de ayudar a sus hermanos más pequeños. A las hermanas proporcionándoles una dote adecuada a su nivel social con la finalidad de que pudieran contraer un buen matrimonio o entrar en religión y hacerlo por la puerta grande. Los hermanos segundones tenían, básicamente, dos alternativas. Una ingresar en las filas del clero, donde con la ayuda familiar podían escalar hasta puestos importantes y alcanzar canonjías, prioratos o incluso alguna mitra episcopal. La otra opción eran las armas y al ingresar en las filas del ejército convertirse en oficiales, mandando algún contingente de tropas, aunque difícilmente un ejército, cuyo mando quedaba reservado a los títulos nobiliarios de mayor solera. El caso de Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido ya por sus contemporáneos como el Gran Capitán, segundón de la familia de los Aguilar y posteriormente marqueses de Priego, fue poco habitual. Mandó importantes ejércitos que llevó a la victoria contra los franceses en sus famosas campañas de Italia.

Si segundón es el segundo, entendemos que dicha expresión vale también en las contiendas electorales y en ese terreno, tanto Pedro Sánchez como Carles Puigdemont son segundones Uno quedó por detrás de Feijóo en las elecciones generales celebradas el 23 de julio de 2023 y Puigdemont por detrás de Illa en las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo. Sánchez necesitaba los siete votos que tenía el segundón catalán para convertirse en presidente del gobierno y cambió radicalmente de opinión de un día para otro. Negoció una amnistía, con opacidad, fuera de España y con mediador internacional, que favorecía al prófugo de la justicia que había mandado a la cárcel a sus compañeros del golpe de Estado de 2017. Ahora Puigdemont, que ha sido segundón, quiere ser presidente de Cataluña. Sánchez dice que eso no es posible porque ha perdido. Puigdemont de que también él perdió y agita el espantajo de sus siete votos. Sostiene que, con el apoyo de los republicanos de Esquerra, podía ser presidente en segunda vuelta. Algo verdaderamente complicado, al menos a priori, dado el rechazo mutuo que se tienen Junts y ERC, además los primeros son de derechas y los segundos de izquierdas. Pero recordemos que Sánchez, sumó a unos y otros en su afán por permanecer en la Moncloa a cualquier precio. Apoyaron su investidura, el PNV y Bildu, Junts y ERC. Entonces se hicieron realidad cosas que, poco antes, parecían inverosímiles. Ahora podríamos ver algo tan inverosímil como entonces: a Puigdemont presidir la Generalitat. Y es que esto va de segundones. Entre ellos anda el juego, aunque hasta que pasen las elecciones europeas del 9 de junio nada se materializará.

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 24 de mayo de 2024 en esta dirección)

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